






Poda de formación
Se hace durante los primeros años tras la plantación y sus objetivos son dos:
- Conducir el árbol para obtener una estructura de ramas principales fuertes y bien distribuidas.
- Situar la copa a cierta altura del suelo.
Si no se hiciera poda de formación y se dejara al árbol crecer libre, seguramente tendría un aspecto poco ornamental o “salvaje” y eso, en la mayoría de los casos, no conviene.
Según la especie, requerirá más poda de formación o menos; por ejemplo, un abeto necesita una mínima poda de este tipo.
Poda de mantenimiento
Una vez que tenemos el árbol bien formado, es decir, con la copa a una cierta altura, con sus ramas principales y secundarias elegidas y bien dispuestas, habrá que practicar durante toda la vida del ejemplar una poda de mantenimiento.
Esta poda consiste en eliminar elementos indeseables como ramas secas, tocones, chupones, ramas con riesgo de rotura, ramas que estorben el paso de personas o toquen cables o edificios, aclarar la copa de ramaje excesivo, etc...
Podas excepcionales
Este tercer tipo de poda está totalmente desaconsejada por los especialistas y, sin embargo, es bastante frecuente de ver tanto en arbolado urbano como en jardines privados. Sólo en casos extremos se debería recurrir a ella.
Su finalidad es reducir de un plumazo el volumen de copa de los árboles a base de motosierra.